Ixtepec cuenta con una enorme riqueza natural y arqueológica.
Nizanda, a poca distancia de la comunidad, es un verdadero paraíso. Aún se ve la vieja estación de ferrocarril del pueblo y las casas que se componen de dos habitaciones de adobe y teja sostenidas por orcones de madera redondeada.
Con indicaciones de los lugareños llegamos al manantial e iniciamos el recorrido por una vereda de exuberante vegetación. A lo largo de ésta corre un pequeño río, lleno de lirios, que luego da lugar a pozas de agua limpia y cristalina. Más adelante encontramos un enorme cañón con una poza de agua tibia y una pequeña playa.
Según avanzamos por el río aparecen brotes de aguas termales que se mezclan con el agua que baja del río. Por todo ello y mucho más, Nizanda es una visita obligada para los amantes de la naturaleza.
Más cerca a Ixtepec se encuentran Tlacotepec y Laollaga, aguas templadas y transparentes son los lugares preferidos por los lugareños, y cuenta, además, con una interesante capilla del siglo XVI.
En la cima del Cerro de Zopiloapam, a cinco kilómetros de Ixtepec, nos sorprenden unas magníficas pinturas rupestres de color rojo que están sobre rocas de tipo pizarra con caras semiplanas. En ellas se ven personajes ricamente ataviados; uno muestra máscara de felino con la boca abierta con colmillos de serpiente; otro porta tocado de plumas, y uno más lleva diadema, rodilleras y el cuerpo, al igual que los otros personajes, está pintado con rayas rojas.
Las pinturas pertenecen al Posclásico, así lo confirma la cerámica encontrada en el cerro. La protección de las pinturas es urgente, ya que se están deteriorando a ritmo acelerado.
Ixtepec es, además de tradiciones y lugares naturales, gente de trato amable, amistosa y hospitalaria. Su excelente comida, dulces, licores, la casa de la cultura, la hermosa iglesia de San Jerónimo Doctor, sus barrios antiguos, en fin, todo invita a visitar este rico y hermoso rincón de nuestro país.
Nizanda, a poca distancia de la comunidad, es un verdadero paraíso. Aún se ve la vieja estación de ferrocarril del pueblo y las casas que se componen de dos habitaciones de adobe y teja sostenidas por orcones de madera redondeada.
Con indicaciones de los lugareños llegamos al manantial e iniciamos el recorrido por una vereda de exuberante vegetación. A lo largo de ésta corre un pequeño río, lleno de lirios, que luego da lugar a pozas de agua limpia y cristalina. Más adelante encontramos un enorme cañón con una poza de agua tibia y una pequeña playa.
Según avanzamos por el río aparecen brotes de aguas termales que se mezclan con el agua que baja del río. Por todo ello y mucho más, Nizanda es una visita obligada para los amantes de la naturaleza.
Más cerca a Ixtepec se encuentran Tlacotepec y Laollaga, aguas templadas y transparentes son los lugares preferidos por los lugareños, y cuenta, además, con una interesante capilla del siglo XVI.
En la cima del Cerro de Zopiloapam, a cinco kilómetros de Ixtepec, nos sorprenden unas magníficas pinturas rupestres de color rojo que están sobre rocas de tipo pizarra con caras semiplanas. En ellas se ven personajes ricamente ataviados; uno muestra máscara de felino con la boca abierta con colmillos de serpiente; otro porta tocado de plumas, y uno más lleva diadema, rodilleras y el cuerpo, al igual que los otros personajes, está pintado con rayas rojas.
Las pinturas pertenecen al Posclásico, así lo confirma la cerámica encontrada en el cerro. La protección de las pinturas es urgente, ya que se están deteriorando a ritmo acelerado.
Ixtepec es, además de tradiciones y lugares naturales, gente de trato amable, amistosa y hospitalaria. Su excelente comida, dulces, licores, la casa de la cultura, la hermosa iglesia de San Jerónimo Doctor, sus barrios antiguos, en fin, todo invita a visitar este rico y hermoso rincón de nuestro país.
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