SÁBADO 19 DE MAYO 2012
18 HORAS AUDITORIO DE LA UNIVERDIAD DEL ISTMO
CIUDAD IXTEPEC, OAXACA
TEXTO: Oscar Ramírez Maldonado
Nueva York versus El Zapotito, escrita por Verónica Musalem, es una de esas puestas en escena que trascienden géneros y disciplinas, para las cuales las categorías y adjetivos no bastan. No basta decir que es extraordinaria –como realmente lo es-, tal vez la mejor manera de describirla es a través de las emociones que en el público provoca: risa y llanto, nostalgia que convive con ánimo festivo. Es una mirada a nuestros pueblos que la miseria convierte en lugares desiertos, es una fiesta que se desarrolla en un sitio habitado por fantasmas.
No es conmovedora como adjetivo, es la acción escénica que nos expande y contrae el corazón. Nos encontramos con un auténtico carnaval en el escenario, que magistralmente encabezan con sus actuaciones Marta Aura, Aída López y Alejandro Benítez. Marta Aura sencillamente está espléndida. Con sus más de 40 años de carrera actoral nos sacude con su energía, con su entrega, con su enorme talento sobre el escenario. Aída y Alejandro realizan un trabajo impecable sobre la tablas, hacen parecer lo más fácil del mundo llevarnos de la carcajada franca a una tristeza desoladora.
Arnaud Charpentier, dirige y termina formando parte de esta auténtica compañía de teatro –todos participan en la obra, actores, director, miembros del staff interpretan la música en vivo-; el director francés hace un gran trabajo con esta puesta en escena. La ambientación es como un sueño, va siendo creada en vivo por el artista plástico Olivier Dautais; pinturas y dibujos que van naciendo y se desvanecen ante nuestros ojos, objetos y sonidos que nos transportan a un territorio fantástico, poblado por sombras del pasado y por recuerdos.
Un tema recurrente en nuestra literatura y dramaturgia de los últimos años, la migración, toma un giro novedoso bajo la pluma de Verónica Musalem. Como espectadores sentimos flotando sobre el escenario una tradición literaria que viene desde Rulfo y Óscar Liera. Sin embargo, la voz de Musalem se destaca sobre esta herencia y parece decirnos que la comunidad y la memoria son un bálsamo, que la palabra cura y reconstruye.
Este paisaje onírico se complementa con un cuidado y muy bien logrado diseño de iluminación y multimedia realizado por Jazzael Aché-Sáenz. Una puesta en escena de esta calidad se agradece a todos quienes participan en ella, a su productora Patricia Rozitchner y al Teatro Helénico. Y se agradece como sucedió el día del estreno de esta obra, con un largo, largo, largo aplauso, lleno de emoción y reconocimiento.
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